¿Está en riesgo la diversidad cultural? ¿Qué lo define y quiénes participan? ¿Hay entidades que las influencian? ¿Cuál es nuestra responsabilidad?
Netflix. Amazon. Google. Facebook. Spotify. Twitter. Productos que abarcan un gran espectro en la comunicación diaria que tenemos, encargadas de proveer el contenido digital generado por profesionales e individuos de todo tipo. Música, peliculas, libros, obras de teatro, enunciados cotidianos. ¿Hasta que punto se mantienen pasivos, sin influenciar la generación cultural? ¿qué pasó con los medios anteriores como la televisión, radio, diarios, cine, bibliotecas, museos? ¿se actualizaron? ¿permitió realmente el arte digital socializar e igualar la voz de cada ciudadano?
Netflix hoy es el principal proveedor de contenido cinematográfico, con un crecimiento abismal en tan solo diez años. ¿Qué consecuencias tiene eso? Además de ser un servicio pago adicional que antes no existía, el contenido que provee no es diverso, excluyendo cientos de películas.
Lo mismo sucede con Spotify, y ahora con Youtube. Sin darnos cuenta, nos acostumbramos a ver y escuchar con anuncios publicitarios segmentados según nuestro perfil que interrumpen la experiencia. ¿Cuál es la solución que proponen? Pagar el servicio.
En este modelo, pierden los consumidores y productores, que también deben abonar para “aparecer primeros”, similar a lo que hace Google con las busquedas. Es evidente que en este escenario la diversidad cultural no es una prioridad.
Recordemos el informe que recientemente Brandz publicó con las diez marcas más valoradas del 2019:
- Amazon $315.5 billion
- Apple $309.5 billion
- Google $309 billion
- Microsoft $251.2 billion
- Visa $177.9 billion
- Facebook $159 billion
- Alibaba $131.2 billion
- Tencent $130.9 billion
- McDonald’s $130.4 billion
- AT&T $108.4 billion
Source: BrandZ
En contraposición a todo lo anterior tenemos el rol activo de la sociedad en la web, publicando videos, generando canales, real-time chats, eventos, foros, grupos sociales, y muchos memes.
¿En qué quedamos entonces? Parecería que estamos más vivos que nunca gracias a la digitalización, pero algo me dice que no :thinking:. Desde mi punto de vista, uno de los inconvenientes es la dependencia con estos grandes servicios que definen las reglas de ese espacio virtual y guardan toda nuestra información posible para monetizarla. Es decir, en un principio está todo bien, hasta que queres publicar algo que no cumple con la política de conducta de Facebook y te eliminan un post, o por pertenecer a cierto país Slack decide eliminar tu cuenta. La libertad de expresión en ese espacio virtual está limitada y definida por quien provee el servicio. Y me parece coherente, porque la Web permite que existan millones de espacios. ¿Pero, por qué entonces nos conformamos diariamente con una decena de plataformas, aun sabiendo que utilizan nuestra información para vender publicidad o como método de vigilancia por ciertos Estados? ¿Existen alternativas a las actuales? ¿Conocemos las posibilidades de este nuevo espacio virtual?
Muchas herramientas informáticas son desarrolladas de forma colaborativa por cientos de personas y bajo licencias abiertas, lo cual le otorga un mayor poder a quien decida utilizarla. Sin embargo, pese a la creación de protocolos estandarizados, estas aplicaciones privadas que ya tienen millones de usuarios se rehusan a utilizarlos, ya que facilitarían la migración a otras plataformas. De esta forma el usuario común continua utilizando las plataformas populares solo por un hecho de pertenencia con el resto de la sociedad, aun conociendo todos los males, manteniendose el status quo que beneficia a unos pocos.
En este marco tan complejo y poco esperanzador, aunque personalmente excesivamente interesante, la gran pregunta es qué sucesos pueden alterar este modelo. Creo en el conocimiento y la responsabilidad como medios para recuperar un poder que hoy está ausente en nosotros, aún en nuestra imaginación.
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